CDMX
Adriano Herrera Álvarez
Después de casi cinco años aquí en San Juan, nos trasladamos a CDMX, por cuestiones de salud, (a Elena la operarán el 23 del presente de una catarata en el Hospital de la Luz).
A excepciones de conciertos en el Foro Sol, en que regresaba el mismo día, no se me antojaba ir a la Ciudad de México. Yo vivía en el Camino al Desierto de los Leones y en una ocasión tenía que salir, no recuerdo a qué, de mi casa al periférico son siete kilómetros e hice una hora con cuarenta minutos, una locura, desesperante, sin poder hacer absolutamente nada. Regresando empezó el terremoto de 2017 como a la una de la tarde, Elena se asustó bastante y entonces decidí irme de la ciudad, dejar esta bella ciudad porque ya es imposible vivir: la inseguridad, el ruido (mi casa estaba a pie de la carretera), camiones, autobuses urbanos, motocicletas, socavones y más. Hay una razón importante, vivimos dieciocho años en Puerto Vallarta y cuatro en Ixtapa Zihuatanejo, veintidós años en dos paraísos, solamente íbamos a la Ciudad de México en las épocas decembrinas por cuatro días solamente.
Regresamos a CDMX y vinieron las desgracias como la muerte de la madre de Elena, mi madre, los dos hermanos de mi esposa, mis cuñados y mi operación de la próstata, tres años intensos, funestos y nada agradables. Tenemos una prima, Rosy Ávalos que es corredora de bienes raíces y vendió la casa en solamente seis meses, una casa grande estilo California, ella misma nos sugirió cambiarnos o a Tequisquiapan o San Juan del Río; analizamos las ciudades y nos decantamos por San Juan del Río, ya que Tequisquiapan entre semana es ciudad muerta, y tiene su lógica, es un pueblo mágico y por lo tanto turístico, se llena de visitantes los fines de semana, en cambio aquí en San Juan es muy diferente, hay más movimiento, museos, cines, y en lo particular me encanta esta ciudad en la que he hecho amigos entrañables. Tuve mi programa en Bitácora Multimedios, gracias a la amabilidad y disposición del Prof. Raúl Rosillo Garfias, Director General. Fundamos una empresa, Adarte donde vendemos playeras, tazas, vestidos, chamarras con mis diseños, así que la vida nos cambió y estamos alegres y contentos de vivir acá en San Juan del Río, Querétaro.
Elena y yo nacimos en la Ciudad de México, donde estudiamos, tuvimos muchos amigos, familias integradas, ella es Licenciada en Turismo y yo en Comunicación, años fecundos y felices. Yo hice la Preparatoria en la 6, en Coyoacán, en donde había un verdadero desmadre: rock, drogas y alcohol, y estudios naturalmente que me dieron la oportunidad de entrar a la UNAM, que fue una época más tranquila.
Mi primer trabajo en la Ciudad de México, fue en el Sol de México, donde mi jefe era Don Mario Vázquez Raña, un tipazo, un verdadero líder, varias veces platicamos de periodismo cultural, fue un gran apoyo en los inicios de mi carrera, mi jefe inmediato fue Mario de la Reguera. Nunca he escrito sobre política, ni escribiré, mis tendencias son en Arte y la Cultura, en donde he encontrado una fuente inmensa e importante para mi desarrollo en la cultura personal y creativa.
La Ciudad de México en los años cincuenta, sesenta y hasta setenta, era una ciudad diferente, era la región más transparente, no había tráfico, se podía caminar en el centro histórico sin temor a ser vandalizado, no había cárteles de droga (y si los había, no se comparan con los actuales) las avenidas Reforma e Insurgentes unas maravillas, Santa Fé era una zona marginada, llena de cuevas y vecindades, ahora es un mundo de rascacielos de más de veinte pisos, inclusive Iztapalapa era tranquilo, la colonia Guerrero con poca peligrosidad, pero Tepito siempre fue y seguirá siendo un riesgo, hay que ir de perfil bajo y no ver a nadie a los ojos e ir a lo que uno va, La Lagunilla, el gran bazar, hay que tomarla con cuidado, pero resulta que en la actualidad ya toda la ciudad es peligrosa: secuestros, robos de autos, violaciones, asaltos a plena luz del día, asaltos a los automovilistas cuando tienen luz roja, les rompen el parabrisas y les quitan la cartera y el celular, todo resultado de la falta de oportunidades, y educación.
Ma platicaba un taxista que por el incremento de las motocicletas y bicicletas, hay muchos atropellamientos, accidentes en el Metrobus, choques entre automovilistas, tanto por las prisas, por el tráfico, allá no se respeta el uno y uno, el más gandalla gana la batalla, las marchas de protestas colocan a la ciudad en un verdadero caos, todas las avenidas como Juárez, Reforma, 5 de Mayo e Insurgentes se atascan, los automovilistas han pasado hasta tres horas para poder circular, ¿se puede vivir bien en una ciudad con estas características?
A los que les gusta y les place vivir en CDMX, mis respetos, son sus decisiones, se han adaptado que los males mayores son parte de su idiosincrasia, de su manera de ver la vida, de sufrir y que pase lo que tenga que pasar.
CDMX, tan lejos de San Juan del Río y tan cerca de la debacle…