Bitácora 675.-
Escribe Lic.-Roberto Jiménez Salinas
La visión actual del desarrollo agropecuario deberá estar lejos de pensar solo en milpas y animales, como en últimos años se ha hecho. Tendremos que incluir la salud del ser humano (consecuencia de lo que se come), la regeneración del tan deteriorado sistema ecológico planetario, el bienestar animal y sobre todo que quienes cuidan de la tierra y proveen los servicios ambientales a las zonas urbanas traigan dinero en sus bolsillos, se lo merecen. Cuando alguien trabaja en beneficio de todos merece además de la gratitud, la remuneración por su trabajo. El sector primario en las últimas décadas ha sido el mas relegado en cuanto a reconocimiento económico, dejo de ser negocio y por eso esta parcialmente abandonado. La consecuencia es que la mitad de lo que comemos no se produce en México y estamos al borde del colapso. Si contemplamos que el promedio de edad de la planta productiva del sector en nuestro estado, supera los 70 años, sabremos para donde vamos.
En las ultimas décadas el país ha gastado miles de millones de pesos en investigadores y científicos para nuestro sector, esperaríamos mucho de ellos y hemos recibido muy poco. La revolución verde debilitó al país en su salud y economía, ante su complacencia y hasta me atrevería a decir, complicidad. Llegó el tiempo de dar pasos atrás, aparentemente retroceder, hasta regresar al lugar donde nos salimos del camino correcto. Una vez ahí, retomar el rumbo de la grandeza que hizo potencia a nuestro país, en su momento.
Propiciar y unir nuevamente a los dos mundos, el urbano y el rural. Ocuparnos que la gente de la ciudad regrese al campo, aunque sea los fines de semana o en vacaciones, nos visite, nos apoye; comprando productos sabrosos, nutritivos y sanos, en el lugar de producción. Una palmada en la espalda del productor, un mejor precio para ambos al comprarse de manera directa, es una experiencia muy gratificante para ambas partes. Además del privilegio de estar en contacto con la tierra viva, productiva a la cual pertenecemos.
Recobrar esos círculos que están rotos hoy en día, entrar en esa dinámica, ganar-ganar con la Naturaleza. No hay menos agua; si fuera así no habría más inundaciones, la tenemos fuera de lugar y de tiempo, hemos roto el equilibrio del círculo. Podemos apoyar a recobrar el aire limpio, el agua en equilibrio, el suelo vivo y personas sanas, física y mentalmente. En la naturaleza la abundancia es parte de su esencia, dejémosla que nos muestre el camino.
Llevemos a San Juan del Río adelante, con sus cañadas, montes y valles, a ese lugar de privilegio por donde pasó la maravillosa historia de nuestro país. Casi 5 siglos de grandeza productiva, siendo ejemplo y soporte de la historia. La producción de alimentos del “Valle de San Juan” permitió ir a la conquista de las tierras del norte, de donde se fugaron a través de los mares tantos galeones de metales preciosos, que dieron una mejor vida a muchos pueblos, no así al nuestro. Recuperemos esa grandeza para que ahora sí, se quede aquí y todos los que habitemos esta hermosa tierra podamos disfrutarla y ser partícipes de ese privilegio.
Ayudemos a recuperar la razón de su nombre, queremos un rio vivo, limpio del que sintamos orgullo y no vergüenza por su estado. Es el colmo tener arboles con estrés hídrico en la rivera del rio. Luchemos juntos por recuperar la esencia de este rinconcito de cielo en la tierra, que a muchos ha visto nacer y a muchos más, vivir y convertirla en su casa.
La cercanía con nuestro origen debe ser promovida. La posibilidad de interactuar con un entorno natural cuando tengamos un tiempecito libre y querramos estar en sintonía con nuestro origen, inclusive llevarnos un poco de ello como alimento a nuestros hogares, es imperante. El agroturismo es ese enlace comercial y de regreso a una forma de vida, que enlace esos círculos perdidos. Necesitamos fortalecer el espíritu, innovar, emprender, enlazar esto con la tecnología digital y generar ese acercamiento a los procesos. Hay que darnos la oportunidad. Fortalezcamos con ello el valor agregado y la dignidad de las personas que con su diario trabajo nos dan vida, en forma de alimentos, promovamos del surco a la mesa.
Fortalezcamos nuestra cultura, seamos valientes, veamos que hay del otro lado de la mesa, enriquezcamos la suya con nuestra presencia, volvamos a convivir, a sentir que estamos juntos. Démosle oportunidad a los niños de vivir esa experiencia, convivir e interactuar con nuestro origen genético.
Contemplar y disfrutar del silencio, atrevámonos a hacer un viaje hacia el interior de nosotros mismos.
Si ustedes lo piden permaneceremos en contacto. Saludos.