Por. Diego Mercado
De que el sistema político mexicano, está muy desgastado, nadie en el país tiene duda. De que debemos todos involucrarnos para rescatar, construir y regenerar a las instituciones, tampoco. Pero la pregunta es ¿cómo llegamos a esto?
Hace días que he estado analizado con la autocrítica más amplia posible, ¿qué ha llevado a la ciudadanía, a pensar mal de los políticos? ¿Qué hace que el gobierno de la 4T sea tan popular? ¿Cómo diferenciar un gobierno populista de uno estadista? Y lo más importante, es cierto que la coalición que agrupa a los 3 principales partidos de oposición en el País, ¿ya no existe? ¿Se cayó la coalición? ¿Colisionó?
Hay muchas preguntas y muy pocas respuestas, pero las aristas son infinitas. AMLO ganó, con una amplia mayoría, pero hoy su gobierno es uno de los más desastrosos en la historia reciente de México, desde escándalos de corrupción que involucran directamente a su hermano Pío, el recorte presupuestal a rubros importantísimos cómo la investigación, la salud y el emprendimiento, el desabasto de gasolina, desabasto de medicamentos, las renuncias de Urzúa en hacienda y Germán Martínez al IMSS acusando de que no se estaban haciendo las cosas bien; temas de inseguridad desde el caso de Ovidio Guzmán, hasta los recientes casos de violencia imparable en al menos 6 estados del País.
Que el país sigue sin tener rumbo, de eso, nadie tiene duda, pero ¿Por qué no levantan las coaliciones? porque no tiene efecto la unión de los grandes e históricos partidos que integran va por México.
¿Por qué no parecen opción ante el desastre de la mayoría? La respuesta es muy sencilla: LA FALTA DE CONGRUENCIA. Si algo ha caracterizado a los fallidos y desastrosos gobiernos de la 4T es su maratónico intento de demostrar su congruencia entre lo que dicen, lo que hacen y lo que piensan, con éxito o no, esa es la línea poderosa que impulsa muchos de sus actuares diarios, la congruencia.
Vamos de nuevo por partes, primero es cierto que el País en el año 2018 merecía un cambio, un importante golpe de timón, y la gente votó por AMLO para representar ese cambio, esa esperanza y esa ilusión. Hoy nos damos cuenta que esas ilusiones sólo quedaron ahí, pero no hay respuesta, la realidad es que las demás “opciones no han sabido ser oposición”, porque mientras AMLO solo ocupa en controlar la narrativa y la agenda pública, las voces desde la oposición no cohesionan, no hay una propuesta que le guste a la mayoría de los mexicanos, a los que sí votaron por AMLO y están arrepentidos y a los que no. No hay propuesta porque no somos congruentes, nos gana el ego, la supervivencia partidista y las ambiciones personales, no hay visión de futuro, ni de institucionalismo.
Lo que colisiona la coalición es la falta de congruencia, es la falta de compromiso, la falta de liderazgo que se demanda desde la ciudadanía, esa falta de visión para construir por México, por nuestro futuro y nuestros anhelos.
¿Tendremos una oposición mejor posicionada, competitiva y completa? Esa es la pregunta, la consigna y la encomienda. Encomienda de los que sí creemos que un México mejor es posible.