Por. Diego Mercado
El pasado domingo la agrupación musical, “Grupo Firme”, se presentó en el Zócalo capitalino en dónde de acuerdo a las cifras oficiales “se rompió récord de asistencia” superando las 280 mil personas que desde muy temprano se dieron cita para disfrutar de esta banda de música regional mexicana, creada por Jairo Corrales y Edwin Cázares en la ciudad de Tijuana, Baja California en 2014.
Pero, ¿por qué es tema de análisis este evento “artístico”? la respuesta es clara, porque no fue sólo eso. Fue un mensaje a todo el País, de lo clasista que podemos llegar a ser a veces, de la falta de empatía hacía meritocracia y de cómo olvidamos por instantes, que todos somos mexicanos y que más allá de compartir patria, todos y todas remamos en el mismo barco, o al menos eso deberíamos hacer.
¿Es el primer concierto que se realiza en la plancha del Zócalo? Evidentemente NO. ¿Es la primera vez que se ofrece un evento gratuito a la población? Evidentemente NO. ¿Es grupo la primera aparición de grupo firme en México? Evidentemente NO. Entonces, ¿Qué pasó en torno al concierto? Y porque tenemos que hablar sobre esto.
El domingo pasado en el corazón de nuestro País, en el Zócalo se convirtió en un mar de emociones que vale mucho, muchísimo la pena rescatar, cuestionar, visibilizar y aprender de ello, pero sobre todo no volver a repetir. Evitar el clasismo desde nuestros espacios de convivencia es sí o sí, es una tarea de todas y todos. La presentación de “Grupo Firme”, desató una serie de reacciones de muchas personas que viven en una burbuja de blanquitud, entendida no solamente cómo el color de piel, blanquitud no como atributo racial en sí misma, sino en la forma de ser, de comportarse, una forma de vida, donde se privilegia y se ve “con buen ojo”, todo lo asociado con el blanco y se denosta todo lo que se aleje de él, porque claro, es normal que esté bien visto escuchar a “Queen”, banda británica que al igual que “Grupo Firme”, logró éxito en sus medios y con sus alcances, pero hay una diferencia, a “Queen” lo escuchaban en la Gran Bretaña un espacio asociado al primer mundo, al desarrollo y la buena vida y no en los lugares con menos oportunidades, cómo los lugares de más difícil acceso en Oaxaca, en dónde las condiciones de vida no son parejas, no hay privilegios.
Tenemos que entender que el entretenimiento no debería ser sólo para quién pueda pagarlo, menos en un país donde el entretenimiento está monopolizado, donde la venta de boletos está sujeta al acceso a una entidad crediticia, donde el costo de un boleto representa hasta un mes de salario mínimo para algunos y dónde las oportunidades de acceder a esas bandas con las que tanto comparamos a “Grupo Firme” de manera despectiva, son limitadas por diversas razones. Debemos de repensar nuestros comentarios antes de hacerlos, de no juzgar a la gente que disfrutó el concierto y que mantiene una diferencia de consumo musical por la razón que sea, al nuestro.
Puede no gustarnos “Grupo Firme”, podemos criticar la manera de atraer votos de Claudia Sheinbaum, pero criticar a los mexicanos y mexicanas que aprovecharon el concierto que es gratuito para ver a un grupo que les gusta, es clasista, aquí y en China.
Hay una frase de Banksy, se afirma que “El arte debe consolar al perturbado y perturbar al cómodo” pero no a todos nos gusta incomodar, es más fácil no comentar, no cuestionar no visibilizar y no recapacitar, pero como jóvenes nos toca ser, esos que cuestionan, que visibilizar y que se deconstruyen para entender que las conductas clasistas no nos ayudan a ser mejores personas y que si hablamos desde nuestro cómodo privilegio no vamos a entender las situaciones de las demás personas. Cómo jóvenes mexicanos nos toca apoyar a grupos de casa como “Grupo Firme” siendo firmes en defender el éxito de los demás en un mundo que no es parejo. Porque el arte, la música y la cultura, invoca a la totalidad de las voces colectivas.