Por: Baldomero Pérez
@tojolobaldo
LA NIÑA BIEN Y LA RETÓRICA AUDIOVISUAL
El show mediático de las campañas electorales (aunque formalmente aún no han iniciado), nos sitúa frente al escandaloso, viral, morboso, divertido, bien producido, bien estructurado video de “La Niña Bien” quien en una especie de sátira a ritmo de reggaetón convoca a votar por “Ya saben quién” (alegoría sobre Andrés Manuel López Obrador). Fue el domingo pasado cuando este video se hizo popular a través de las redes sociales y ha generado una serie de especulaciones sobre los efectos persuasivos en su contenido.
Hasta el momento hay tres teorías sobre el origen de este video. La primera pretende adjudicarlo a los adversarios de Morena, como una estrategia de guerra sucia; sin embargo, no hay muchos elementos para defender esa idea. La segunda podría descifrar que se trata de un producto audiovisual orquestado por personajes cercanos a AMLO, como es Epigmenio Ibarra a través de la productora Argos. La tercera dice que es una expresión genuina entre un grupo de jóvenes que representan la “rebelión millennial”. Ya se empiezan de revelar datos sobre las verdaderas locaciones y la fuente de financiamiento para su grabación, pero quizá no se llegue al paradero del autor intelectual; pero esto parece irrelevante entre simbolismo y sus efectos audiovisuales.
El video de “La Niña Bien” tiene como elementos escenográficos el altar de una iglesia católica, el sacramento de la comunión, la relación familiar en torno a un ritual religioso, la intromisión política de un sacerdote “cuasi” acto de constricción, el estereotipo de un chica fitness que conduce un audi coupe y muestra la foto de AMLO en su iphone. ¿Cuál es el mensaje para los electores? ¿Qué tipo de audiencia puede consumir este tipo de contenidos? Y la pregunta más importante que tenemos que resolver es ¿la mercadotécnica política representa el fracaso del debate público ante la persuasión de las emociones? Desde la retórica verbal, el mensaje no aporta más que frases se sentido común que cobran significado ante la narrativa audiovisual reggaetonera: “aunque mi familia sea panista”, “lo de hoy es sacar al PRI”, “al Mexa lo drogan con fut y tortillas”, “¿qué pedo con la corrupción?” “neta está fatal que votes por el mal”, “please no sean tan nacos no van a desaparecer los tacos”.
El contenido sexista, clasista, discriminatorio, irónico e irreverente de este video es la muestra de una sociedad sumida en la contradicción de sus valores. La ausencia, hasta este momento, de un discurso de propuestas y contrastes de proyectos de nación, ha sumido a la escena electoral en una retórica audiovisual que contribuye a la mofa, a la ridiculización y banalización de la democracia.
Dice el cineasta Robert Mckee, en su obra maestra El Guión Story, que “la ironía es la manifestación más sutil del placer narrativo, esa deliciosa sensación que nos hace exclamar: ¡si la vida es exactamente así! Ve la vida en su dualidad; juega con nuestra existencia paradójica, consciente del abismo sin fondo entre lo parece y lo que realmente es”. Bajo este supuesto, bien podríamos darle su mérito al spot electoral que han diseñado porque es el reflejo de una realidad mexicana; pero pierde todo su valor cuando pretende manipular emociones e incidir en decisiones, sobre todo, ante un elector desinformado y acostumbrado a la persuasión y no a la argumentación.
La narrativa de la retórica audiovisual dibuja a un país polarizado y dividido ante la cerrazón de visiones distintas, los puentes de comunicación son difíciles de construir entre los diversos grupos sociales que participan en la economía o en la política, o bien, que tienen diversas formas culturales de manifestar sus ideas y aspiraciones. La ironía es que esta realidad termina por sofocar los intentos racionales de construir participación cívica y democrática.