Por. Joaquín Antonio Quiroz Carranza
Durante los 36 años del periodo neoporfirista de la historia mexicana (1986-2018), la mayoría de los científicos y académicos mexicanos se enfrascaron en una carrera por los privilegios económicos: las becas, los viajes, los premios y otras prebendas.
Vale la pena recordar el ejemplo de un ser humano que además de construir conocimiento se comprometió socialmente con la transformación de México. El nombre de ese ser humano es Eugenio Martínez Bravo, médico cirujano graduado en la UNAM en 1956, y con varios estudios de posgrado en oncología, laboró en el IMSS, el ISSSTE y la Secretaría de Salubridad y Asistencia entre 1954 y 1972, fue colaborador en la revista “Siempre”, miembro del Partido Comunista Mexicano, del Movimiento de Liberación Nacional y de la Asociación Cívico Nacional Revolucionaria comandada por Genáro Vázquez Rojas.
En los archivos de la extinta y funesta Dirección Federal de Seguridad, cuyo director por muchos años fue Miguel Nazar Haro, responsable de combatir a sangre y fuego la guerrilla socialista mexicana, el médico Eugenio Martínez Bravo aparece como “un elemento comunista”, por ello el 11 de febrero de 1972 fue detenido, torturado y encarcelado por tres años en la prisión de Chilpancingo, Guerrero.
Pero curiosamente, los tres años de presidio le dieron al Médico Eugenio Martínez Bravo la oportunidad de probar una incipiente teoría terapéutica, a la cual posteriormente bautizó como “microdosis”. Allí en la enfermería de la cárcel, comenzó a preparar sus primeras diluciones a fin de poder apoyar a los prisioneros, pues fue colocado como responsable de esa área.
Tras grandes esfuerzos de sus familiares, el médico Eugenio Martínez Bravo fue puesto en libertad en 1975, mismo año en que se incorporó como profesor titular de fitofisiología en la Facultad de Agronomía en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (1975-1978) y a partir de 1978 como profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Zacatecas, donde desarrolló ampliamente sus trabajos de microdosis.
Las microdosis se elaboran con extractos vegetales, fúngicos, de minerales y de otros materiales, se aplican en la superficie de la lengua, desde donde los receptores del sistema nervioso transportan la señal a la médula espinal, el hipotálamo y la corteza cerebral, generándose diversos potenciales eléctricos que viajan al punto de curación y permiten normalizar las funciones de órganos y tejidos. Esta terapéutica fue para el médico Eugenio Martínez Bravo su contribución para lograr la mejora de la salud comunitaria desde una perspectiva autogestiva y heterárquica, sin dependencia del monopolio médico-farmacéutico. El compromiso social debería ser una de las cualidades de todo científico y académico. La realidad no sólo debe ser interpretada, sino sobre todo transformada. Para mayor información sobre las microdosis al 4423775127.