Lugar de formación de profesionistas de excelencia, capaces de impulsar el desarrollo de la sociedad.
La Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) celebró el 20º aniversario del campus Amealco, un evento que refleja décadas de esfuerzo y sueños cumplidos. Este espacio ha consolidado su papel como referente educativo y social en la región, impulsado por la sociedad civil organizada y el ayuntamiento de entonces, encabezado por Luis Franco Mejía (qepd), Alfredo Sánchez Chaparro y el ingeniero Alfonso Ruiz, con el trabajo del patronato y de Enrique Zambrano, quienes han dado viabilidad al proyecto.
En este campus se forman profesionales líderes, mediante programas que destacan por su calidad educativa y pertinencia. Las y los egresados llevan consigo compromiso ético, sensibilidad humana y la capacidad de transformar su entorno, porque la educación sigue siendo la herramienta fundamental para un futuro más justo y próspero.
La rectora de la UAQ, Silvia Amaya Llano, enfatizó a las y los estudiantes como agentes de cambio, vocacionados a transformar realidades, reflejando con orgullo los valores de la institución y de toda la comunidad universitaria.
Por su parte, la coordinadora general de la Unidad Académica, Mariel Gudiño Rivas, destacó que el campus es un reflejo de pluralidad, diversidad e inclusión, un lugar donde convergen talentos y aspiraciones con el propósito común de servir. Es, además, un faro de conocimiento, cultura y responsabilidad, un testimonio del poder del trabajo conjunto por ideales compartidos.
Durante el acto protocolario, se realizó la develación de una placa conmemorativa y un conversatorio con exalumnas y exalumnos, que reconoció los retos superados y las historias que han dado vida al recinto, reafirmando su papel como semillero de experiencias, aprendizajes y logros compartidos.
No debe olvidarse que la llegada de una institución de educación superior a un municipio genera impacto positivo y oportunidades para la juventud. Pero, sobre todo, merece recordarse el esfuerzo de quienes han trabajado para concretar estas obras, que son inacabadas en su esencia y, al mismo tiempo, perduran para siempre.
