El Ahuehuete
Joaquín Antonio Quiroz Carranza
Paracelso, considerado el padre de la medicina moderna, quemó su manual de farmacología confesando que “todo lo que sabía lo había aprendido de las brujas”
Ehrenreich y English, 1973
Para las iglesias católica y protestante, la mujer ha representado un “mal necesario”, la “culpable del pecado original”, particularmente la católica, patriarcal absoluta, impulsó la Inquisición para acabar con el conocimiento libre que las mujeres y hombres habían desarrollado para mejorar sus condiciones de vida, herbolaria para sanar las dolencias, prevenir embarazos, tratar partos, estimular el deseo sexual, conocimiento que intercambiaban sin límites en reuniones periódicas. Conocimiento que hacía a las comunidades campesinas y rurales independientes y autónomas de las iglesias y los estados.
“Caliban y la bruja, mujeres, cuerpo y acumulación originaria” de Silvia Federici es un texto que supera con creces todas las expectativas que de por sí el título genera, es un análisis histórico profundo para entender la realidad actual dominada por el monopolio médico-farmacéutico, realidad que mira con desdén el conocimiento de las abuelas y abuelos, sociedad patriarcal que oprime a la mujer, por el simple hecho de serlo, pero esto no fue siempre así.
Antes de la edad media, digamos que durante los primeros 13 siglos de nuestra era, los hombres y las mujeres desarrollaron grupos sociales, más o menos equitativos, la mujer participaba en casi todas las actividades junto al hombre o en grupos de mujeres, de esta forma el conocimiento se socializó y se formaron especialistas populares que descubrieron los poderes de plantas y hongos de poder, por ejemplo la ergotina de un hongo presente en el centeno, la belladona como antiespasmódico, la digitalina para afecciones cardiacas, así disponían de pócimas analgésicas, digestivas, tranquilizantes, ungüentos antiinflamatorios, plantas que estimulaban el deseo sexual prolongándolo y permitiendo mayor placer, y todo un vademécum de los beneficios de plantas, hongos, algas, insectos, arácnidos, batracios, serpientes y otros animales.
Las comunidades campesinas y rurales, su organización y conocimiento las llevó a enfrentarse contra las injusticias del poder patriarcal de la Iglesia y el Estado Feudal y del naciente capitalismo. El Papa Inocencio VIII (que de inocente no tuvo nada) mando a elaborar un manual de tortura titulado Maleficarum Malleus o Martillo de las brujas, mismo que elaboraron dos sacerdotes de nombre Kramer y Sprenger en 1484, libro de un sadismo y crueldad solo comparable con el de las hordas nazifascistas alemanas.
A lo largo de sus 367 páginas de “Calibán y la bruja, mujeres, cuerpo y acumulación originaria” Silvia Federici nos explica a detalle el porqué de la cacería de brujas, así como sus consecuencias actuales en la vida común. A través de este libro se puede entender muchos de los prejuicios contemporáneos como son: el machismo, la homofobia, la misoginia, el desprecio de los adultos mayores, hasta la exacerbada polución de casas del adulto mayor o la escolarización de los niños y jóvenes, creyendo que son actos naturales o civilizados, que “siempre ha sido así”.
Para el feudalismo y el capitalismo, someter a la mujer a un papel de útero reproductor de fuerza de trabajo es indispensable para la generación, apropiación y concentración de capital, pues de esta forma ella “produce” la mercancía “fuerza de trabajo” que genera todas las demás mercancías.
Reconocer lo antes dicho nos lleva a concluir la necesidad de construir fuerzas y colectivos independientes y autónomos, heterárquicos y libertarios que permitan reconstruir la civilización humana que los modelos esclavista, feudalista y capitalista han negado.
Para todos aquellos que quieran sumergirse en el mundo de la herbolaria, entendiéndola no como una disciplina que sólo explica las propiedades medicinales de las plantas, hongos, algas, insectos, arácnidos y partes animales, sino como un mecanismo de autonomía y libertad de los seres humanos frente al poder hegemónico “Calibán y la bruja, mujeres, cuerpo y acumulación originaria” de Silvia Federici, es una lectura indispensable.
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