Escribe: Dr. Andrés Garrido del Toral
Cronista del Estado de Querétaro
A las diez y media de la noche de ese 31 de enero de 1917, con motivo de la protesta y firma de la Constitución, se llevó a cabo una cena ofrecida a los diputados constituyentes en el “Centro Fronterizo de Querétaro” por parte de Venustiano Carranza, que fue acompañado por sus más notables generales como Álvaro Obregón, Pablo González, Benjamín Hill, Eduardo Hay, el gobernador queretano Federico Montes, y los civiles Manuel Aguirre Berlanga, Roque Estrada y Jesús Rodríguez de la Fuente. El brindis corrió a cargo de Luis Manuel Rojas y la contestación a cargo de Carranza. Éste dio un discurso con la solemnidad y sencillez que le eran características, justificando que el enviar un Proyecto de Constitución al Congreso Constituyente fue por ahorrar trabajo a los diputados y no por imposición. Que él no encomendó la defensa del proyecto a nadie y que dejó que la Asamblea se desarrollara en completa libertad. Reconoció también que en algunos puntos “se había ido más allá de las fronteras de nuestro medio social”. Entre aplausos El viejo de Cuatro Ciénagas terminó su alocución y llegó el momento de la despedida y dejar la ciudad de Querétaro. El cronista y diputado constituyente Juan de Dios Bojórquez comenta que no fue a esa cena porque tenía hambre y si uno tiene hambre no debe ir a ese tipo de eventos porque todo se les va a en beber. Que mejor fue a una fonda y ya después en las cercanías del “Centro Fronterizo” se quedó libando cervezas de buena calidad arriba del coche especial del general Benjamín Hill, con los estados mayores del propio Hill y los de los generales Diéguez y Obregón. Como a las diez de la noche hicieron “un alegre recorrido” por la ciudad, desde la estación del Ferrocarril, en la Otra Banda, hasta llegar al “Salón Verde” frente al “Centro Fronterizo”, marchando marcialmente en dos filas entre treinta o veinte militares de baja graduación y cantando “La Marsellesa”. Iban briagos de “alegría patriótica”, según Bojórquez. En el “Salón Verde” siguieron cantando “La Adelita” y “La Valentina” al mismo tiempo que hubo versos revolucionarios. Al filo de la medianoche los alegres briagos se atravesaron al “Centro Fronterizo” a escuchar los brindis de despedida y es el caso que nuestro cronista Bojórquez quedó a espaldas de Carranza y desde ahí le gritaba sus exclamaciones de apoyo consistentes en la frase:
— ¡Eso es barba! En el colmo de la impertinencia etílica abrazó Bojórquez a Carranza y le reclamó que desde 1913 andaba con él y que el barbado no lo conocía. Siguiendo la parranda, afuera del Hotel Internacional, en la hoy esquina de Juárez y Madero, Bojórquez vio pasar, en un coche abierto, al general Obregón y le gritó: — ¡Párate Álvaro, llévame a dormir a tu carro! Álvaro Obregón no tuvo inconveniente en subirlo a su carro. A las siete de la mañana se levantó el cronista Bojórquez con una cruda moral y física tremenda, sin querer ver a nadie, pero al pasar por el gabinete del tren donde estaba desayunando el general Obregón éste le dijo con grandes carcajadas al descubrirlo: —¡Caray Bojórquez, qué jalón de barbas le diste a don Venustiano anoche!