Por Raúl Martínez Merling :-Director de Proyectos CETESPO
El ciclo de toda pandemia debiera dejar un legado de aprendizaje a la humanidad, sin embargo, esto no siempre ha sido así. Las consecuencias siempre son las mismas: nos toma por sorpresa y con ello el alto índice de pérdidas humanas.
Si nos remontamos a la historia, en 1630 en la región de Lombardía, en Italia, la peste arrojó un millón de fallecidos y en 1649 en Sevilla, España, la peste rebrotó con mayor fuerza generando estragos sin precedente. En estos momentos, algo similar vivimos en el mundo con un rebrote del Covid-19, que lo hizo en un tiempo muy corto y con un alto costo de pérdida de vidas. Por tal motivo, la humanidad debe poner más atención en el fenómeno de los virus y sus posibles impactos en la vida social, económica, política y cultural.
Por fortuna, ya vienen las vacunas para enfrentar la agresividad de un enemigo invisible: el coronavirus. Pero, es importante no confiarse, ya que vendrán más virus desconocidos en la medida que se continúe alterando la naturaleza para ensanchar las zonas urbanas. Mientras tanto, es relevante que, de una vez por todas, los individuos, hombres y mujeres, generen estrategias y medidas preventivas ante los embates de la diversidad de virus. Es tiempo de una participación más activa de los ciudadanos para comprender y saber que hacer en casos de una emergencia pandémica.
Para tal efecto, el escritor José Enrique Ruíz Doménec propone en su obra titulada, El Día Después de las Grandes Epidemias, cuatro acciones de cara al futuro, a saber: 1) La sanidad es una labor del Estado. Este tiene la misión de generar políticas públicas a fin de contar con todos los medios de salud posibles ante cualquier surgimiento y ofensiva de un virus. 2) Modificar la vida doméstica. Es decir, generar espacios limpios y todo lo que implica esto y, lo más importante, estimular ambientes de paz y sosiego. 3) Adoptar un espíritu revolucionario. Se refiere a detonar un espíritu de creatividad y cambio principalmente en el ámbito industrial y comercial. y, 4) El saber científico. Generar centros de innovación tecnológica, de investigación y elaboración de diagnósticos en todos lo ordenes de la sociedad civil. El fin es contar con información científica a priori de cualquier impacto epidemiológico.
Vislumbrar el futuro, es asumir el compromiso de crear un nuevo modelo político que atienda más a la sociedad, así como el diseñar una economía del bienestar social. Este proceso debe ser atendido por los ciudadanos y no solo por los funcionarios del Estado. Esta posibilidad es más viable que nunca debido a que estamos presenciando el desdibujamiento de la sociedad y la familia, así como el desdibujamiento de las instituciones políticas.
Los relatos inteligentes sobre el mundo actual han perdido terreno frente a la promoción de la cultura del odio al otro. La ira por la ira misma entendida ya como un nuevo trastorno mental de la actualidad. Todo indica que las luchas políticas del momento serán las del odio.
Por ejemplo, la clase política se apresta a utilizar a los partidos políticos para desatar las peores maldades humanas. La pandemia paró en seco el desorden mundial de la ambición y la codicia. Una clase política devorada por su insaciable apetito de poder pretende llevar a los ciudadanos a su infierno. No cabe permitirlo.
Procuremos una nueva moral, una nueva intelectualidad, una nueva cultura, una nueva economía, y una nueva forma de hacer política. La clase política que hoy conocemos ya no es útil para el futuro que viene.
Es la hora del ciudadano, la de construir una nueva morada, y una nueva forma de valorar el mundo.
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