Los lobos del deseo te cercan
cuando danzas
Sostenida en un tubo fálico
Al que se enreda tu cuerpo
Y le hace el amor;
Equilibrista giras en el aire
Presionando tus muslos prodigiosos al metal frío
El cual le da sentido a tus evoluciones eróticas;
Después seduces al suelo
Fingiendo un orgasmo que nunca llega
Mientras tu mano se pierde en el misterio . . .
Vestida con la música
Como un velo que protege tu desnudez
De las miradas lúbricas
-que cual saetas-
Buscan atravesar tu cuerpo.
Acosada por la luz se refleja tu piel perfecta,
Eres diosa en ese momento, y hechicera,
Concilias en tu epidermis todas las miradas,
que te cincelan como estatua
y después bajas del escenario
para concretizarse en las manos masculinas
que como hiedra escalarán tus tapias,
o como potros recorrerán tu estepa
y en un privado se robarán tu espacio.