GRA:
Hay cosas que cuando las lees te hacen comprender que no has vivido en lo absoluto, que no has sentido ni experimentado nada hasta el momento. Ahora veo que la mayor parte de las cosas que me han sucedido eran de carácter clínico, anatómico. Había unos sexos que se tocaban, se confundían, pero sin chispa, sin furia sin sensaciones, ¿cómo puedo alcanzar el placer, cómo puedo empezar a sentir, a realmente sentir? Quiero enamorarme de tal forma que la mera visión de un hombre, incluso a una cuadra de distancia, me conmueva y me penetre, me debilite y me haga temblar, aflojarme y derretirme entre las piernas. Así es como yo quiero enamorarme; tan fuerte que el simple hecho de pensar en el amado me produzca un orgasmo.
La reservación de la habitación del hotel ya estaba hecha, llegue primero, pedí la llave y el control remoto para idiotizarme con los programas de TV mientras esperaba tu llegada, la habitación asignada fue la 69, ¿coincidencia?, entre a la pequeña habitación nada ostentosa pero acogedora, me puse cómoda, me descalcé, me quite los jeans, el blusón y el sostén quede solo en bragas, pero como soy un poco friolenta y la habitación estaba realmente fría me volví a poner el blusón encima, así me tire en la cama esperando que llegaras, no había nada en la programación televisiva que llamara mi atención, de pronto llamaron a la puerta, eras tú, una sonrisa de oreja a oreja se dibujo en mi rostro, entraste y ni siquiera hubo tiempo de saludarnos pues atacaste directamente mis labios; es más que obvio que nos encanta el sexo y teníamos una disposición increíble que se agradecía, fuimos protagonistas de multiorgasmos, conociste más la profundidad de mi boca, el sabor de mis pechos y mi sexo insaciable que te dejaba agotado.
Estire los brazos para fundirnos con un abrazo, nos separamos por unos minutos, pasaste tus dedos por mi alborotado cabello, sonreíste me diste un beso y te metiste al baño, mientras yo me volví a tirar en la cama, con mis piernas bien separadas, mostrándote la pequeña mancha de humedad que había en mis pantaletas, humedad provocada por esos besos tuyos; saliste del baño semidesnudo, dejaste que contemplara por enésima vez tus fuertes brazos, esos brazos que me brindan cierta comodidad al acurrucarme en ellos, te acomodaste a mi lado, sonreíste y me aferre a tu cuello lo besé eternamente, nos giramos y tu ya estabas encima de mí, sentí aquel miembro más duro que ocasiones anteriores, lo restregabas en mi entrepierna discretamente; me incorpore e hice que te quitaras el bóxer y te levantaras de la cama, a la par me arrodillé y tu pene estaba exactamente a la altura de mi boca…lo cacé cual león a su presa; la luz que se colaba por la ventana te proporcionaba una visión muy porno de aquella mamada y sin quitar ni un segundo la sonrisa de mi rostro alojaste tu miembro en ella; mi mano lo apretaba mientras mi boca saboreaba cadenciosamente todo ese pedazo de carne endurecido y con ese sabor que me embriaga y que lejos de empalagarme desearía poder degustar cada momento, permanecí mamándolo por un par de minutos, pero mi cadencia era tal que por tus gemidos estabas a punto de terminar, intentaste sacarlo de mi boca pero yo no te dejaba, era como si tu boca fuera un imán que no dejaba que lo sacaras de mi cavidad -¿Quieres que termine ahí?, yo solo pude asentir con un meneo de cabeza, en segundos sentí un chorro tibio y muy espeso llenando mi boca, a diferencia de veces anteriores ese día en especial su sabor era muy salado y un tanto agrio, pero de igual manera no desperdicié ni una sola gota, me incorpore y te bese. Me recosté en la cama con mis piernas bien abiertas, me quitaste las pantaletas y te sumergiste entre ellas, te dedicaste a besar y lamer mis labios en busca de mi clítoris, estaba realmente muy húmeda; a pesar de que ya te habías “vaciado” tu erección aún era mucho muy evidente, estabas deseoso por poseerme, mientras lamias mi clítoris metiste un dedo por mi escurridiza cueva y mis paredes vaginales se contraían sobre su dedo, lo apretaban, no quería que salieran de ahí por un buen rato, tu lengua frenética no se detenía, pues había encontrado ese punto donde me provocaba mayor placer, tome tu cabello con una de mis manos y lo pegue más a mi vulva, mientras con la que me quedaba libre acariciaba mis pechos pellizcaba mis endurecidos pezones, mi elixir escurría descaradamente por todas partes, mojó mi perineo que magistralmente acariciabas con tu otra mano, empaste tu dedo pulgar ocupando mi exótica miel y comenzaste a lubricar mi ano, eso provocaba una hemorragia de placer y sin previo aviso tu pulgar se coló en mi apretado orificio, tu dedo medio y tu pulgar entraban y salían a la par de mis cavidades, acto que me volvía completamente loca, que literalmente hacia que revolcara de placer en la cama, me tenias derretida, muy mojada y cada segundo que pasaba era más intenso, te aparte lentamente de mi vulva, de mi
cuerpo que temblaba ligeramente, pero tus dedos se mantuvieron en su lugar, mi vagina y ano los apretaban rítmicamente; te incorporaste sobre mi y me besaste desarmándome aún más, basto un pequeño movimiento y sin ayuda extra hundiste tu falo bien dotado hasta lo más profundo que mi hueco te permitió, me embestiste con fuerza mientras yo cerraba los ojos y me dejaba llevar al cielo, tus manos acariciaban mis pechos para luego mamarlos y morder un poco mis erguidos pezones, me pusiste de espaldas a ti y continuaste arremetiendo contra mi, ésta vez más suave pero daba aun más placer después de unos largos minutos así, tirada, me incorpore y en la clásica postura de “perrito” el placer aumento, tus testículos golpeaban mis labios y el placer era tremendo, tenias mayor profundidad en tus penetraciones…¡Dios, tan solo recordarlo hace que me empiece a humedecer!…nos tiramos en la cama de nuevo, me abrí aún más de piernas, te acomodaste para alcanzar aún más mi profundidad, el momento del orgasmo estaba a tres potentes embestidas…ya anunciaba su llegada aquel misterio entero del placer que duerme en mi cuerpo, duerme en la intensidad del latido momentos antes del orgasmo. Es a veces lento, one-two-three, tres palpitaciones que proyectan un licor helado y ardiente a través del cuerpo. Si la palpitación es suave, silenciosa, el placer es como una onda más apacible. Si la palpitación es intensa, el ritmo y su golpe es más lento y el placer más duradero. Flechas de carne resplandecientes, una segunda ola de placer recubre la primera, una tercera toca cada terminación nerviosa, y ahora una última atraviesa el cuerpo como una corriente eléctrica. Un arco iris de color golpea suavemente los párpados y una música resuena en los oídos. Es el gong del orgasmo. Hay veces en que una mujer siente su cuerpo ligeramente encendido. Otras cuando alcanza tal clímax que parece que nunca podrá superarlo. Tantos clímax. Algunos causados por la ternura, otros por el deseo, algunos por una palabra o una imagen vista durante el día. Hay veces en que el día mismo pide un clímax, y días que no terminan en un clímax, cuando el cuerpo está dormido o soñando otros sueños…vagaba mi pensamiento mientras tu embriagante leche me llenaba y los dos explotábamos en ese mar de sensaciones y olores sin iguales, mientras pasaban los choques eléctricos pensaba: Hay quienes vuelan. Otros te hacen volar. Hay distintos tipos de vuelos. Este me hace imaginar, mover mis labios, extasiar. Este ser me lleva exactamente a ese vuelo, y lo más gracioso de todo es que lo amo como a todos, como a ninguno.
Autora: Mimi Laja