Por Conde Nando
En 2015 se cumplieron 150 años de publicado el cuento “Alicia en el país de las Maravillas” como agradecimiento a la niña Alice Lidell, una de las tres hermanas a las que llevaba a pasear al río (“Yo que me las llevé al río. . .creyendo que eran mayores de edad”). Alice, amiga casi íntima del reverendo Lewis era su favorita una casi núbil Lolita nabokiana; en fotografías que el autor le toma ella seduce al observador (o sea a Lewis), fotografías posadas que éste le tomó para eternizarla visualmente igual que a otras niñas; en una muy famosa como pordiosera y en pose retadora-seductora ella se deja querer por la cámara del ¿pederasta? L. Carroll. El cuento originalmente titulado “Alicia en el mundo subterráneo” y en su continuación “A través del espejo y lo que Alicia encontró allí”, estas breves obras han influido en toda la cultura occidental principalmente a través de juegos, pósters, ilustraciones (por cientos de artistas), canciones, películas, programas de televisión, parodias al como pocas obras lo han hecho. Basadas estas historias en rimas, canciones, juegos de palabras, personajes populares e históricos: como la mismísima reina Elizabeth I a través de la Reina de Corazones “que le corten la cabeza” -repetía como mantra sádico; recordemos que esta reina virgen mandó decapitar a su misma primita “María Estuardo” por cuestiones religiosas y políticas; otro personaje del cuento la Gran Duquesa está basada en el retrato de 1515 “La duquesa fea” de Quentin Metsys y el Sombrerero loco en una enfermedad real, pues estos personajes usaban el mercurio para tratar los sombreros y este iba alterando poco a poco su sistema nervioso y conduciéndolos a la locura o alteraciones de la realidad; el mismo síndrome de Alicia cuando con un brebaje crece y se reduce es provocado por beber láudano (opio en alcohol) pues hay que recordar que fueron los ingleses quienes volvieron opiómanos a los chinos para controlarlos e inutilizarlos, por lo que el mismo gobierno chino prohibía los fumaderos de opio que se expandieron por este gran territorio . Por cierto hay un curioso libro gráfico de Bryan Talbot llamado “Alicia en Sunderland” en el que con pretexto de hablar de Alicia y de Lewis Carroll de pasadita nos cuenta toda la historia de Inglaterra. Muy recomendable. Y aquí invocamos la sonrisa que queda flotando del gato de Cheshire, mientras este desaparece como un sueño de opio. Dulces sueños Alicia.