Dedicado a mi amigo y repaisano Lenin Abarca
Corrían los años sesenta, el calor apretaba la garganta, la sequía era implacable, el arroyuelo o casi río por allá, en las orillas de la población, cantando su frescura y su alegría se deslizaba , proveniente del Huishnayal, iba en su tributo rumbo al rio grande, como le decían en Comalapa , este rio grande, era nada menos que el famoso Rio Grijalva. Quien también muy cerca de ese lugar (Comalapa ) corría en su trayecto en dirección a Chiapa de Corzo. Pero el arroyuelo, o Rio, que estaba más cerca del mencionado poblado, era nada menos un dador de vida, dador de limpieza, alegría y deporte, quizá. Para esas fechas, sus habitantes, ni siquiera se imaginaban el concepto de “Agua potable” conducida por tuberías de cobre, ni siquiera era un sueño o una “Utopía” en su cultura, jamás concebían tener en su propia casa una llave que condujera el preciado líquido, no sabían que eso existiera. Porque a cincuenta kilómetros a la redonda no había ningún otro afluente que vislumbrara la posibilidad de entubar y llevar así el agua al pueblo, ya que su orografía era muy plana, y seca, solo pasaba a orillas del pueblo el referido arroyo, ignoro la razón del porque nunca se pensó llevar por tubería el agua de ese riachuelo, quizá algo tenía que ver la ley de la gravedad, o que se yo.
Comalapa, era una población aproximada de dos mil habitantes, todos ellos acostumbrados a ese calor seco, todos ellos resignados a convivir bajo ese sol calcinante, acostumbrados a racionar el “agua” esa que se tenía que acarrear a lomo de los nobles BURROS, quienes ajuareados con su “Crucero” así le decían a una montura que tenía aditamentos especiales para colgar los barriles de madera, hechos ex profeso para contener el agua fresca, uff, pero eran muy pesados, aproximadamente cada barril pesaba unos cuarenta kilos o mas, para, un niño debilucho, chaparrito, yo, de escasos diez años, se hacían como de cien kilos.
Recuerdo, yo, recién llegado de mi pueblo natal, Siltepec, allí, donde abundaba el agua, brotaba por doquier, allí, donde cada casa tenía su pila particular y el agua se desbordaba por los cafetales. Cuando llegué a Comalapa con la idea de cursar el quinto y sexto de primaria, tenía que vivir en la casa de un hermano de mi madre, el tío Venerando, quien a su vez era profesor de la escuela primaria donde yo iba a estudiar, lo primero que hizo la esposa del tío, fue llevarme a conocer el famoso rio, creo con dos finalidades, la primera dijo: “Aquí” , dijo.- señalando la famosa Poza verde, donde varios muchachos y muchas se divertían aventándose clavados, esa inmensa alberca natural, plácidamente situada bajo de varios frondosos árboles de sabino, “aquí .- te bañarás”, después caminamos rio arriba, unos doscientos metros, nuevamente me señaló el rio por segunda vez dijo , “Aquí”.- en esta parte del rio, .- se llenan los barriles con agua y se transportan en los borricos, y se lleva a casa, para el consumo doméstico. A mí eso ni siquiera me importó ni me llamó la atención, yo venía de una tierra diferente, donde el agua no significaba ningún problema. -Cual sería mi sorpresa,- al poco tiempo me dijeron.- te acuerdas donde queda el lugar donde se recoge el agua para la casa.- , si, dije yo,.- que bueno, porque tú, a partir de hoy, te vas a encargar de ir por agua todos los días. Para tal efecto, llevaras a la “Chepa”.- Que es eso, pregunte? Y señalándome un burrito que pastaba en el sitio, me dijeron,.- ella es. Hasta ese momento comprendí que el paseo que me dieron de bienvenida, no era tal , era capacitación para ser el aguador de mi nuevo hogar.
Ese era mi problema, esa era mi tarea diaria, llegando de la escuela, La primaria Justo Sierra, del primer turno, por la mañana, a la una de la tarde, arribaba a la casa de mi tío Venerando, con mucha hambre y sed, dejaba mi bolsón con mis precarios útiles escolares sobre el catre que me asignaron en el corredor de esa modesta casa. Entonces debía ir por la chepa al potrero, ponerle el famoso crucero, y así, montado en las ancas del noble animal, enfilaba la andadura trotando hacia el famoso rio, el cual tenía bien distribuida sus locaciones, habían espacios exclusivos para bañarse, la famosa “poza verde”, un poco más arriba, estaban lo llenadores para los barriles, cuya agua servía para la alimentación de las personas de esa calcinada población. Sólo que en mi caso, no tenía fuerza suficiente para subir los famosos barriles sobre mi burra, para ser transportados a casa, donde aguardaban con ansias el preciado líquido, entonces, llenaba mis barriles, los tapaba muy bien, y esperaba y esperaba a que a dicho lugar llegara alguna persona de buen corazón y fuerza que me ayudara en mi afligida tarea, levantar los depósitos con agua y colocarlos sobre mi noble jumento. A veces esa maniobra se demoraba y entonces llegaba tarde a la casa del tío, y era sujeto de buenas regañizas ,¡¡ .-por qué te tardas tanto, no ves que aquí estamos con sed¡¡ inclusive muchas veces, cuando la demora rebasaba la hora, entonces tenía que probar el rigor del cinturón de mi tío, con tremenda chicotiza.
Esa fue la rutina de todos los días, después de descargar el agua, me ganaba el derecho a comer, en seguida, debía prepararme para regresar a mi querida escuela primaria, turno de la tarde, donde realizábamos actividades diversas como manualidades, aspectos deportivos y artísticos.
Como olvidar esa fase de mis pueriles días, donde a pesar de tantas carencias, era inmensamente feliz, con tantos amigos con los cuales convivía, jugábamos basquetbol, montábamos a las bicicletas, yo usaba la de mi tío, por cierto me queda muy grande, pero aun así, no paraba en mis andanzas, y esos profesores de gran vocación, que procuraban nuestra formación integral, recuerdo muy bien, aunque no fueron directamente mis profes, El Prof. Erasmo, era el director de la escuela, mis profes de quinto y sexto año, Venerando, y Jorge Zenteno, El profe Eduardo Galindo, la profe Marina, en fin todos ellos muy dedicados a la noble labor de formar seres humanos.
Esto que les cuento, tan solo es un pequeño recuerdo de esa mágica temporada relativa al agua de Comalapa. Esta fotografía muestra a este añorado lugar en un momento y espacio bien definido, es un instante de su vida, de mi vida, que encierra algo de historia.
Hoy a la distancia de tiempo y espacio, narro este pequeño viaje, que no termina, no es una obra completa ni perfecta, es solo la expresión de mi buena voluntad.
Edilzar Castillo Q.E.P.D.