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AGUA DE  COMALAPA.

Bitácora Diario
Last updated: 12 octubre, 2022 6:55 pm
By Bitácora Diario
9 Min Read
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Dedicado  a mi amigo y repaisano Lenin Abarca

Corrían los años sesenta, el calor  apretaba  la garganta, la sequía era implacable,   el arroyuelo  o casi río por allá, en las orillas de la población,  cantando su frescura y su alegría se deslizaba ,  proveniente del Huishnayal, iba  en su tributo rumbo al rio grande,    como  le decían  en Comalapa ,  este rio grande, era nada menos que el famoso Rio Grijalva.   Quien  también  muy cerca de ese lugar (Comalapa )  corría    en su trayecto  en dirección a Chiapa de Corzo.     Pero el arroyuelo, o Rio,  que estaba más cerca del mencionado poblado,  era  nada menos un   dador de vida,  dador de  limpieza,  alegría y deporte, quizá.   Para esas fechas, sus habitantes,  ni siquiera se imaginaban el concepto de “Agua potable” conducida por tuberías de cobre,  ni siquiera era un sueño o una “Utopía”  en su cultura,  jamás  concebían   tener en su propia casa una llave que condujera  el preciado líquido, no sabían que eso existiera.  Porque a cincuenta kilómetros a la redonda no había ningún otro afluente  que vislumbrara la posibilidad  de entubar y llevar así el agua al pueblo,  ya que su orografía  era  muy plana, y seca,   solo pasaba a orillas  del pueblo   el referido arroyo,  ignoro  la razón del porque nunca  se pensó llevar por tubería el agua de ese riachuelo, quizá algo tenía que ver la ley de la gravedad,  o que se yo.

Comalapa, era una población   aproximada de dos mil habitantes,  todos ellos acostumbrados  a ese calor seco,  todos ellos resignados  a convivir bajo ese sol calcinante,   acostumbrados a racionar el “agua”  esa que  se tenía que acarrear  a lomo  de los nobles BURROS, quienes ajuareados con su “Crucero”  así le decían a una montura  que tenía aditamentos especiales  para colgar  los  barriles de madera,  hechos ex profeso para contener el agua fresca,  uff, pero eran muy pesados,   aproximadamente   cada barril  pesaba  unos  cuarenta kilos o mas,  para, un niño debilucho,  chaparrito, yo, de escasos diez años,  se hacían como de cien kilos.

Recuerdo, yo,  recién llegado  de mi pueblo natal, Siltepec,   allí, donde abundaba el agua, brotaba por doquier, allí, donde cada casa tenía su pila particular  y el agua se desbordaba  por los cafetales.  Cuando llegué a Comalapa con la idea de cursar el quinto y sexto de primaria,  tenía que vivir en la casa de un hermano de mi madre, el tío Venerando, quien a su vez era profesor  de la escuela primaria donde yo iba a estudiar,  lo primero que hizo la esposa del tío, fue llevarme a conocer el famoso rio,   creo con dos finalidades,  la primera dijo:   “Aquí” , dijo.- señalando la famosa Poza verde, donde varios muchachos y muchas  se divertían  aventándose clavados,    esa inmensa alberca natural,  plácidamente situada bajo de varios frondosos  árboles de sabino,   “aquí .- te bañarás”, después caminamos rio arriba,  unos doscientos metros, nuevamente me señaló el rio por segunda vez dijo , “Aquí”.-   en esta parte del rio, .- se llenan  los barriles  con agua y se transportan  en los borricos, y se lleva  a casa, para el consumo doméstico.  A mí eso ni siquiera me importó ni me llamó la atención,  yo venía de una tierra diferente, donde el agua no  significaba ningún problema.   -Cual sería mi sorpresa,-  al poco tiempo  me dijeron.-   te acuerdas  donde queda  el lugar donde se recoge el agua para la casa.- ,    si, dije  yo,.-   que bueno, porque tú, a partir de hoy, te vas a encargar  de ir por agua todos los días.    Para tal efecto,  llevaras a la “Chepa”.-    Que es eso, pregunte?  Y señalándome un burrito que pastaba en el sitio, me dijeron,.- ella  es.    Hasta ese momento comprendí  que el paseo que me  dieron de bienvenida, no era tal ,  era capacitación  para ser el aguador de mi nuevo hogar.

Ese era mi problema,  esa era mi tarea diaria,   llegando de la escuela,    La  primaria Justo Sierra,     del primer turno,  por la mañana,  a la una de la tarde,  arribaba a la casa de mi tío Venerando,  con mucha hambre y sed, dejaba mi bolsón con mis precarios útiles escolares sobre el  catre que me asignaron en el corredor de esa modesta casa. Entonces  debía ir por  la chepa  al potrero, ponerle el famoso crucero,  y así, montado en las  ancas del noble animal,  enfilaba la andadura  trotando hacia  el famoso rio,    el cual tenía  bien distribuida sus locaciones,    habían  espacios exclusivos para bañarse, la famosa “poza verde”,   un poco más arriba, estaban lo llenadores para  los barriles,   cuya agua servía   para la alimentación de las personas   de esa  calcinada  población.    Sólo que en mi caso,  no tenía fuerza suficiente para  subir los famosos  barriles sobre  mi burra,  para ser transportados a casa,  donde aguardaban con  ansias  el preciado líquido,    entonces, llenaba mis barriles, los tapaba muy bien,  y esperaba  y esperaba  a que a dicho lugar llegara alguna persona de buen corazón y fuerza que me  ayudara en mi afligida tarea,   levantar los  depósitos  con   agua y colocarlos sobre mi noble jumento.   A veces esa  maniobra  se demoraba  y entonces llegaba tarde  a la casa del tío,  y era sujeto de buenas regañizas ,¡¡ .-por qué te tardas tanto, no ves que aquí estamos con sed¡¡  inclusive muchas veces, cuando la demora rebasaba la hora,  entonces  tenía que probar el rigor del cinturón de mi tío, con  tremenda  chicotiza.

Esa fue  la rutina de todos los días,   después de descargar el agua,  me ganaba  el derecho  a comer,  en seguida, debía  prepararme  para regresar  a  mi querida escuela primaria, turno de la tarde,  donde realizábamos actividades diversas  como manualidades, aspectos deportivos y artísticos.

Como olvidar  esa fase de mis pueriles días,  donde a pesar de  tantas carencias, era inmensamente feliz,   con tantos amigos  con los cuales convivía,  jugábamos basquetbol, montábamos a las bicicletas,  yo usaba la  de mi tío,  por cierto me queda muy grande, pero aun así, no paraba en  mis andanzas,  y esos profesores  de gran vocación, que procuraban nuestra formación integral,    recuerdo muy bien, aunque no fueron  directamente mis profes,   El Prof. Erasmo,  era el director de la escuela,  mis profes de quinto y sexto año,  Venerando, y  Jorge Zenteno,     El profe Eduardo Galindo,  la profe Marina,   en fin  todos ellos muy dedicados a la noble  labor de formar  seres humanos.

Esto que les cuento,  tan solo es un pequeño recuerdo de esa mágica temporada  relativa al agua de Comalapa. Esta fotografía  muestra  a este añorado lugar en un momento y espacio bien definido, es un instante de su vida, de mi vida, que encierra algo de historia.

Hoy a  la distancia  de tiempo y espacio,   narro este pequeño viaje, que no termina,  no  es una obra completa  ni perfecta, es solo la expresión de mi buena voluntad.

Edilzar Castillo  Q.E.P.D.

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