Lic. Roberto Cárdenas Cachoa
Postal de la Habana.
Desde el balcón
que daba al malecón
veía cada mañana
los peces de La Habana
bailando con la historia un guaguancó.
Y en el hotel
el mundo iba al revés,
y el siglo en camiseta
regaba las macetas,
y en cada bicicleta caben tres.
Y la noche insensata
con sus ojos de fuego
negros, como dos perlas de carbón,
provocándome al juego
tropical y pirata
de la gata mulata y el ratón.
Joaquín Sabina.
El mediodía en La Habana nos recibió de manera agradable, inspira estar en una de la ciudades más interesantes del mundo por variados aspectos como lo son: Historia, Política, Cultura, Economía y Turismo es un evento memorable, que se inscribirá en la vida de todo visitante, no importa de dónde se provenga, de que país, cultura o ideología La Habana, Cuba, es un sitio único. Acostumbrado a las aglomeraciones que se dan en la Ciudad de México, el contraste es evidente. El camino del Aeropuerto “José Martí” a la Habana Vieja, fue acompañado de pocos vehículos y escaso tráfico, se observa un orden y rutina lenta, silenciosa que se integra al compás del colorido de una ciudad con una energía latente entre sus calles, sus monumentos históricos y su malecón. Es aún invierno y se percibe su esencia en el viento, no hay calor húmedo pero el sol del caribe si se siente, si nos está recibiendo con su caliente toque habanero. Estar en La Habana después de leer, observar videos y películas que relatan este icónico sito, no impide y es evidente al vivirlo, admirarse por lo que las letras y las imágenes desde la distancia nos cuentan. La Habana se tiene que visitar, vivir, palpar y caminar, para entrar en el embrujo caribe que incendia por completo, toda imaginación por más limitada por la fría vida cotidiana occidental se tenga. Andar, agudizar los sentidos, es esencial, palpar los edificios, respirar el aire habanero, escuchar con atención los ecos centenarios que habitan en sus rincones vivos. Experiencia tras experiencia, La Habana es para mí, como un poema viviente, es un canto eterno, que se anida en el alma, es la melancolía hecha ciudad, es la tristeza, que se funde con la alegría, es el cielo intenso que se esconde multicolor en el mar. Para concluir lo que más me impresionó de La Habana, es que impresiona hasta al más escéptico. Hay una Habana que se imagina y otra que se vive con los sentidos. Les dejo mi Twitter: @robercachoa ¡Todo bien!