Bitácora 680.-
“La banalidad del mal” en la democracia actual
Lic. Roberto Cárdenas Cachoa
“El sujeto ideal del régimen totalitario no es el nazi convencido o el comunista convencido, sino las personas para quienes la distinción entre los hechos y la ficción (es decir, la realidad de la experiencia) y la distinción entre lo verdadero y lo falso (es decir, los estándares de pensamiento) no ya existe”. Hannah Arendt.
Significado de banal: Real Academia Española, rae: ‘Trivial o sin importancia’: «No me rebajaré a una sola discusión con él, ni siquiera a una conversación banal» (Bayly Mujer [Perú 2002]). Es voz tomada del francés banal (‘común u ordinario’).
Significado de democracia: Real Academia Española, rae: f. Sistema político en el cual la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce directamente o por medio de representantes.
Inicia un proceso electoral más en México, en el año 2021 se espera la elección más grande de la historia por la cantidad de puestos de elección popular en disputa. Suenan los tambores de guerra y como en toda guerra, el dinero, “el financiamiento”, marcará la diferencia entre ganadores y derrotados. Napoleón Bonaparte, el gran estratega francés, un día escribió: “Para hacer la guerra hacen falta tres cosas: dinero, dinero y más dinero. Hay guerras más baratas pero se suelen perder.” Ya sea legal o extraído de las cloacas oscuras de la delincuencia organizada, el poder económico será el fiel de la balanza, en la mayoría del territorio nacional. Los candidatos a los cargos públicos que se enfrentarán en esta batalla, preparan sus “estrategias” muy de la mano de la sabiduría milenaria oriental: Sun Tzu: “El arte de la guerra, es el arte del engaño”. La calamidad global de la sindemia (ya en otras colaboraciones explique que no es pandemia sino, sindemia) de Covid 19, hará más complejas las tácticas para obtener el preciado voto de los ciudadanos. Hannah Arendt (1906-1975), nos legó el término: banalidad del mal, Al analizar el juicio del Nazi: Adolf Eichmann. Como corresponsal de la revista: The New Yorker: “Para Arendt, Eichmann no era el «monstruo», el «pozo de maldad» que era considerado por la mayor parte de la prensa. Los actos de Eichmann no eran disculpables, ni él inocente, pero estos actos no fueron realizados porque Eichmann estuviese dotado de una inmensa capacidad para la crueldad, sino por ser un burócrata, un operario dentro de un sistema basado en los actos de exterminio.” Su análisis creo polémica, al concluir que Adolf Eichmann sólo siguió órdenes superiores sin pensar en las consecuencias; Al observarlo sin personalidad, anodino, en ocasiones sin mostrar mayor inteligencia, Arendt, descubrió que había algo banal en ese ser oscuro. Eso mismo pienso en relación a la democracia actual: El mal está presente, lo sabemos, lo platicamos a diario, lo analizamos, lo criticamos, produce molestia pero, ya lo vemos como algo normal: Sabemos las historias de los políticos, sus acciones, sus fechorías, sus negociaciones, su “chapulineo” de un partido a otro, su hambre de poder, su ceguera ante la realidad, pero…los seguimos votando, normalizando. En estos meses antes de junio, nos encontraremos con personajes que en sus fotos en “redes sociales”, comerán en puestos callejeros, defenderán el feminismo, se indignaran por la pobreza, nos dirán que ellos saben cómo solucionar el problema global de salud del covid. Se indignarán por la falta de vacunas, politizaran todo lo que sirva para embaucar al ciudadano. La banalidad del mal en la democracia actual, es una asignatura pendiente, que debemos enfrentar. Evitemos seguir siendo utilizados, por los profesionales de este mal. Si el periodismo nos ha fallado en darnos herramientas veraces y desinteresadas para reflexionar nuestro voto, usemos el sentido común y pongamos un alto a la “banalidad del mal”, en la política en estas próximas elecciones. Les pedimos a todos los candidatos: Menos banalidad, más profesionalismo. Les dejo mi Twitter: @robercachoa ¡Todo bien!