Hace tres años todo pintaba prometedor para los queretanos de la capital, había llegado a la presidencia municipal Marcos Aguilar Vega, abogado y político panista, resultado de la “cultura del esfuerzo”, hijo de humilde taxista, inteligente, talentoso que, según prometió en su campaña, mejoraría la suerte de los ciudadanos, a diferencia de la administración priista de Roberto Loyola Vera, que a decir verdad, desde mi punto de vista, no había hecho mal las cosas.
Unas semanas fueron suficientes para que la población se diera cuenta del error cometido al votar por Aguilar Vega. Con sus acciones imprudentes y ambiciosas rápidamente hartó a los ciudadanos al grado de que la gran mayoría lo califican sin dudarlo, como el peor alcalde en lo que va del siglo y de muchos años del siglo pasado, calificación ganada a pulso al grado de que a tres semanas de pasada la elección, muchos aún se preguntan cómo es que el panismo volvió a ganar la capital del estado y otros municipios como Colón, Corregidora y San Juan del Río. Pero bueno, “democracia” es democracia y se debe respetar la voluntad de las mayorías.
En 2013, como diputado federal, se le señaló en medios informativos nacionales como parte de una red de diputados panistas cobradores de diezmos –“moches”- a varios alcaldes, a cambio de ayudarles a conseguir recursos federales, y en la administración municipal todo lo hizo mal; antepuso sus intereses personales a los de la gente. Haciendo un recuento de sus malas acciones destacan: la renta de un helicóptero supuestamente para combatir la delincuencia; mala elección del secretario de seguridad pública municipal; el maltrato y la reducción de las prestaciones a los elementos de policía; el millonario gasto en el pintado de postes y puentes, para que éstos no provocaran “tristeza”; concesionó a la empresa Comercializadora Integral de Soluciones S.A. de C.V. la instalación de 10 espectaculares para la venta de publicidad, empresa fantasma, sin empleados, ni ingresos, ni gastos para la instalación.
Concesionó la basura a una empresa privada de amigos que tiene un tiradero por toda la ciudad; despidió a cientos de trabajadores y redujo de manera importante el sueldo -400 pesos por semana- a quienes por necesidad trabajan como eventuales en áreas de servicios públicos. Según Marcos Aguilar, para estimular el uso de la bicicleta, instrumentó un proyecto de ciclovías de “primer mundo” sin pies ni cabeza, en que los vehículos se tienen que estacionar a media calle “para proteger a los ciclistas” que aunado a la colocación de semáforos “inteligentes” y el innecesario readoquinamiento de importantes avenidas como Ezequiel Montes, resultó un verdadero tormento para la población, pues empeoró el problema de movilidad.
Intentó, afortunadamente sin éxito, con el argumento de dignificar la cultura, la venta de las casas de cultura de las siete delegaciones de la capital; rentar las calles del centro histórico para la colocación de parquímetros y, en los últimos días, como ya se había tardado en hacer locuras, sin tomar en cuenta al INAH, la colocación de una gigantesca maqueta en la explanada del jardín Guerrero para promover el turismo, pero dejó las colonias y comunidades con falta de los más elementales servicios públicos como agua potable, electrificación, drenaje pluvial y sanitario, etcétera, a pesar de haberse comprometido por escrito como sucedió con los colonos antorchistas, y ya no se diga de seguridad pública, escuelas y clínicas de salud.
“Hay algo que nos une: el amor por Querétaro” dice Marcos Aguilar en su publicidad de su tercer y último informe que presentará solo a sus regidores, pero a través de su programa “Jalando Parejo” –literal- que más bien debió llamar “destruyendo parejo”, no pudo hacer las cosas peor; afortunadamente ya se va y pasará a la historia como el peor alcalde de la capital, que hizo obras mal ejecutadas y vendió todo lo encontró a su paso. Aún así le deseo mucha suerte en su nueva responsabilidad como diputado federal, que por cierto, si no fuera la “pluri” que rechazaba, no la estuviera contando. ¡Por el bien de Querétaro, hasta nunca Marcos!
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