35 años de reformas

Mario Alberto HernándezÚltimas Noticias
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MORENA es una de esas cosas raras de la fauna política que existen y persisten por alguna extraña razón.

Originalmente con AMLO como líder moral, MORENA no se definía como un partido, sino como un movimiento que aglutinaba lo mismo a personajes muy conocidos del PRIísmo, del PRD y hasta algunos del PAN. Luego, el movimiento fue tomando forma y arrastre, y los avezados en el tema político vieron en esta ola la única posibilidad de destacar, de tener un hueso político, y se pasaron a dicho “movimiento”.

Para los críticos, nos parecía que MORENA estaba condenada al fracaso; sin embargo, el resentimiento, la ambición y un patriarca cuasi divino, que institucionalizaba la rebeldía y ponía al frente temas que en más de 80 años nadie mencionaba, supo cohesionar muy bien a todas esas tribus que sólo tenían una cosa en común: la ambición de poder y el deseo de revancha.

Seguramente usted lo ha notado, MORENA no hace política, en todo caso hace protagonismo, y eso sólo unos cuantos de sus célebres personajes; el resto en la tropa, los que llegan a ser mencionados en los medios, no es por sus propuestas políticas, sus debates o su interlocución con el resto de los partidos, sino por sus excesos en cualquier sentido o en todos a la vez.

MORENA no hace política porque si lo hiciera, aquello de “no cambiar ni una coma”, simplemente no pasaría. Comparar los tiempos más oscuros y recalcitrantes del PRI con MORENA no tiene sentido; eran igualmente obedientes, sí; eran, como lo son hoy, un bloque cerrado, por supuesto; pero al menos entre 1988 y el 2000, el PRI tuvo que escuchar, negociar y hacer política con la oposición, lo que no permitía que las leyes pasaran tal y como salían de Los Pinos.

Esto explica hoy otros fenómenos como el constante ausentismo de diputados del oficialismo. ¿Para qué van si no opinan, no proponen, no enmiendan y tampoco leen o entienden lo que aprueban? Recientemente trascendió que ambas cámaras recibirán aumentos en sus dietas; lógico, es el premio por solo aprobar leyes y no ser un estorbo.

Esto es lo que ha acabado con la democracia en el país. Lo que le falta a la política en México es la interlocución, la negociación y el quehacer político en general.

Desde 1990, con la aparición del Instituto Federal Electoral, cada elección intermedia o presidencial ha tenido reformas electorales; 2026 no será la excepción, pero al no haber interlocutores ni una oposición lo suficientemente articulada para sentarse en la mesa y obligar a MORENA a negociar, seguramente el resultado será una “reforma” (con minúsculas) a modo para el partido (o movimiento) en el poder.

Uno de los fantasmas con los que se defienden los comentócratas es la imparcialidad del ahora Instituto Nacional Electoral, pero estamos ciertos que ya no lo es; por un lado y por el otro, no sabes con claridad lo que busca la Presidente, sus correligionarios de MORENA y la voz de Macuspana. Lo que sí es cierto es que llevamos 35 años haciendo reformas descuidando muchas otras cosas que garantizan la vida política y no sólo un proceso, porque seguramente coincidirá conmigo en que el proceso electoral no es democracia.

La amenaza de algo a modo en aras del Pueblo, o bajo la creencia de que MORENA provee una reforma bajo el principio de haber sido puesta ahí por el voto mayoritario, es un mal chiste y un argumento malicioso.

Pobre México, por más mal que haya estado, no lo estaba tanto como hoy. Pobre país tan urgido de soluciones y tan atorado en tonterías.

Espero leernos la siguiente semana; mientras, tómese un café o un atole, porque los fríos apenas comienzan.

Tags: #morena, #opinión, #politica, #Reflexion, bitacoradiario

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