Escribe:- Edilzar Castillo
Estamos cerrando la segunda década del año dos mil y cada uno de nosotros nos transformamos esperando que sea para bien, porque siempre estamos sujetos a esa constante que representa el cambio. En los rituales muy nuestros que realizamos en la cena con la que despedimos y recibimos el siguiente año, siempre manifestamos una serie de expectativas todas enfocadas a mejorar.
Es nuestra costumbre, al inicio de un año nuevo, reflexionar, forjar anhelos, expresar afectos para los seres ligados a nuestra vida y nuestro aprecio, haciendo un análisis íntimo de nuestras vivencias, cuando acariciamos las más caras esperanzas.
Es el momento culminante de la transición del tiempo, cuando las doce campanadas del reloj anuncian que un año está expirando y otro está llegando.
En realidad no hay cambio en el tiempo, es la tradición la que nos hace experimentar esas emociones, es nuestra alma la que vibra, más que las campanas.
Al llegar el año nuevo, sucede en nosotros un cambio emotivo, trascendente que incrementa las más nobles emociones y aviva los recuerdos. Es un momento de contradicciones sentimentales, brota a raudales la alegría y en algunos ruedan las lágrimas del recuerdo o la nostalgia.
Quizá el arribo de un año nuevo debería ser el punto de partida hacia metas superiores, como el fortalecimiento del desarrollo humano, como la búsqueda de la libertad, la igualdad, dentro de una sociedad con justicia y equidad a la luz de la verdad y la congruencia.
Los días pasan, los meses, los años siguen su vertiginoso ritmo, y ese tiempo va abrazando la vida de los seres transformándolos, e inyectando más sabiduría, con una cauda de recuerdos que pueblan la mente de cada quien, cuando aceptamos que un año más nos envuelve, llevamos en la carga de la edad, más riqueza de recuerdos, de experiencias, de madurez con la que aceptamos la finitud de la vida.
Nada detiene al tiempo aunque se paren los relojes.
Deberíamos saber también que, el tiempo que nos toca, es poco para realizar nuestra tarea de trascender y darle sentido a ese momento que se llama vida, siendo útiles a la humanidad, dentro de un clima de armonía y honestidad, fomentando la amistad, la convivencia sana, el respeto, la tolerancia, la concordia, el desarrollo y la paz.
CON LOS MEJORES DESEOS DE BIENESTAR PARA NUESTROS LECTORES.
Edilzar Castillo